martes, julio 04, 2006

La Casa Dorada de Samarkanda

Antes de publicar La Juventud de Corto Maltés en el diario Le Matin Pratt empezó a publicar en la revista Linus la historia titulada La Casa Dorada de Samarkanda.
Todo esto ocurría allá por 1980, la historia quedó inacabada y no encontró su final hasta cinco años más tarde. Se puede decir que es la historieta que más tardó en publicarse desde la aparición de las primeras planchas hasta las últimas. Este salto en el tiempo vino motivado al no poder moderar Pratt sus ganas de realizar algún episodio sobre la juventud de Corto. El proyecto de realizar La Juventud de Corto Maltés se convirtió poco a poco en una realidad que como se dice arriba terminaría por ser publicada en un periódico. A pesar de tener en mente la posibilidad de compaginar la realización de ambas historias Pratt tuvo que centrarse más en una de ellas en detrimento momentáneo de la otra, hay que tener en cuenta que al mismo tiempo estaba en proceso otra de sus grandes obras, Los Escorpiones del Desierto.
Como siempre Pratt nos sorprende, lo que para un dibujante “normal” supondría una gran inversión de horas y esfuerzo necesarios, pasa para Hugo a segundo plano tan rápidamente como grande había sido su interés por realizar La Juventud y se marcha a viajar por África dejando abandonada temporalmente la historia que nos ocupa. Muchos aficionados por aquella época pensamos que el autor había abandonado a Corto Maltés para cambiarlo por un joven Corto, en España La casa dorada de Samarkanda empezó a publicarse en la revista Tótem y sin ningún aviso se cesó su publicación.
La casualidad quiso que una edición con tantos baches como la de este libro tuviera además otras particularidades. Pratt dibujaba por tiras, si cogemos una plancha de Corto vemos que la componen cuatro tiras, compuestas a su vez de entre 1 a 3 viñetas. Pues bien, en la edición francesa del álbum (1.986), alguien olvidó de colocar dos tiras en la plancha 13 lo que obligó a agrandar la última viñeta del álbum para que encajase la historia. Un error lo tiene cualquiera, la primera edición completa española fue publicada a través de los fascículos que se entregaban en la revista Corto Maltés donde se respeta el original.
Se puede decir que esta historia es grande en todos los sentidos. Compuesta de un total de 139 planchas nos lleva de la mano desde Rodas hasta Pakistán narrando un año en la vida de Corto. Una obra magistral que se hizo esperar. ¿De dónde parte la idea de realizar una historia así? De nuevo de Jean Mabire, amigo de Pratt e historiador, como hemos comentado antes fue responsable, en parte, de la creación de Corto Maltés en Siberia. Jean esta vez estaba fascinado con el personaje de Enver Pachá, o si se prefiere Enver Bey, al igual que lo estuviera anteriormente con Ungern-Sternberg. Tal era su interés por el personaje que pretendía escribir todo un libro sobre él. En las conversaciones mantenidas con Pratt logró transmitirle su fascinación por el personaje y el maestro de Malamocco inició por su cuenta investigaciones sobre Ever Pachá impregnado también de la misma fascinación que sintiera su amigo.
En un festival de Angoulême Pratt obtuvo mucha información de un periodista turco que completó gracias a la comunidad armenia de Venecia. Siguiendo los pasos que ya hiciera con Ungern-Sternberg dio el primer paso para realizar ésta fantástica historia mediante una intensa búsqueda bibliográfica donde tuvo un papel principal el libro del escritor americano Frederic Prokosch The Asiatics, un completo registro sobre filosofía oriental, viajes, drogas y la relación Oriente-Occidente. Nueva vuelta de tuerca de Pratt para mostrarnos la convivencia y admiración mutua de dos culturas diferentes, una joven musulmana pregunta por Nueva York, soñando seguramente con una tierra misteriosa y exótica, mientras que por otro lado Corto y Rasputín sueñan a su vez por medio de drogas orientales.
Tal vez el hecho de haber realizado casi a la vez La Juventud hizo que Pratt se replanteara capítulos del origen de Corto o al menos aportara nuevos datos sobre su biografía. De todos es sabido a estas alturas quién fue la madre de Corto Maltés, lo que se nos cuenta en este título es que “la niña de Gibraltar” advirtió a Corto sobre el peligro de encontrarse con su doble. Pratt jugando con el lector y con sus propios personajes se saca de la manga un doble de Corto. Girando la historia sobre sí misma todo comienza con la predicción de una vidente llamada, no podía ser de otro modo, Casandra. Personaje de las tragedias de la antigüedad clásica que sólo predecía desgracias para su tierra de Troya, como se recoge en La Eneida y en Las Troyanas. En esta ocasión no augura mejores nuevas pero sí todos los acontecimientos que terminarán por cumplirse como en esas películas de los años sesenta que comenzaban por el final mientras una voz en off empezaba a relatar la historia previa.
Ya metidos en el argumento de la historia podemos definir dos objetivos claros. Uno es salvar a Rasputín, el otro, cómo no, es encontrar un tesoro. Premio final que nunca llega, al menos cuando está Rasputín de por medio, pero que sirve a Corto para salvaguardar su orgullo de pirata y no decir así que el verdadero motivo que le lleva a arriesgar su vida es el de salvar a un amigo. Rasputín y su extraña habilidad para meterse en líos le habían llevado a formar parte de ese club selecto de habitantes de "La Casa Dorada de Samarkanda", una prisión casi legendaria de la que nadie salía con vida.
Así se va formando un triángulo en el que dos vértices son físicamente iguales, Corto y Chevket, el tercer vértice es para Rasputín quién sirve de puente y a la vez obstáculo entre los otros vértices. Rasputín mantiene con Chevket unos diálogos realmente memorables y, conocedor de la profecía de la madre de Corto, evita que su amigo el Maltés se encuentre con su doble. Como dice Raspa: «Corto, un día te mataré». Y en ésta aventura lo consigue, en parte.
Una gran aventura conlleva la aparición de grandes personajes. Quién podría imaginarse encontrar de nuevo a Veneciana Stevenson en Turquía tan alejada de Sudamérica o de la ciudad del Lido, pero la sorpresa no es su aparición sino su estado de buena esperanza. Se muestra ahora como un personaje diferente al que conocíamos. Veneciana está enamorada de Corto pero también del tesoro, muestra ahora un carácter mucho más estable y maduro optando finalmente por ceder en sus pretensiones aventureras. En la vida real Veneciana era Mariolina Pasqualini, colorista de Pratt y posteriormente mujer de Guido Fuga, no es difícil imaginar que la Veneciana de ésta obra es más parecida a Mariolina que la Veneciana sanguinaria de «La conga de las bananas».
También volvemos a encontrarnos con Sorrentino, que como buen militar está donde le mandan. No faltan tampoco homenajes a dos autores admirados por Pratt. De un lado Kipling de quien se referencia su relato Wee Willie Winkie e implícitamente The Man who would be king. Por otro lado se cita a Trelawny, quien supuestamente había escondido en Rodas las “memorias” griegas, manuscrito original de Lord byron y gran tesoro para los aficionados a las letras.
El protagonista de la aventura para nosotros es una vez más Rasputín, que hasta encuentra una sobrina, ficticia naturalmente, lo que llegó a promover la realización de alguna tesis sobre la aparición de una niña Armenia en una historia que gira en torno a la figura de Enver Pachá, unos de los organizadores del genocidio de los Armenios a manos de los Turcos. Pero también aparece otra niña Turca a la que Corto le da una fruta, esto hace pensar en que el autor no fue tan lejos como para meterse en conflictos políticos entre Armenios y Turcos. Para los curiosos podemos decirles “La Casa Dorada” del título era el nombre de un bar de Buenos Aires donde Pratt pasó muy buenos ratos, en cambio en la historia es el nombre de una cárcel, hagan sus conclusiones.

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