martes, julio 04, 2006

Corto Maltes en Siberia

Ya conocemos que Pratt tenía sus colaboradores, principalmente de cara a realizar decorados o maquinaria, ocupándose él por completo del resto de la obra. De entre esos colaboradores que aportaron su parte al dibujo destacan dos nombres. Lele Vianello, dibujante italiano que tuvo cierto peso en historias como Cato zulú y que logra adoptar un estilo bastante fusional con respecto a Pratt pero con diferencias que saltan a la vista. El otro gran colaborador es Guido Fuga. Este arquitecto reconvertido en dibujante conoce a Pratt en el festival de Lucca. En medio del barullo propio de todo festival un grupo de dibujantes preguntaron a Pratt porqué Corto no había ido nunca al país natal de Rasputín. Pratt, en broma, contestó que lo único interesante de ese país es Siberia y que un cómic sobre Siberia sin trenes ni era cómic ni era nada. Guido no se quedó callado, "amigo yo te dibujo los trenes". Y de esta feliz e inesperada unión paso Guid Fuga a formar parte del equipo de Pratt, y habría que añadir incluso que fue una parte importantísima que retrató con un realismo espectacular todo tipo de medios de transporte como trenes, automóviles y aviones. Visto el magnífico trabajo realizado Pratt presentaba siempre a Guido como "el dibujante de trenes de Corto Maltés en Siberia" reconocimiento que no hizo con Vianello de cuyas colaboraciones poco se supo hasta la muerte del maestro.
Tras realizar los veinte episodios publicados en Pif, Pratt se interesó por el barón Von Urgern-Sternberg a partir de la lectura de la enciclopedia militar inglesa. Descubió así que Ungern-Sternberg fue rey de Mongolia durante algún tiempo. A la curiosidad por este personaje se unió el interés por conocer el entramado de las sectas secretas chinas y el funcionamiento de la armada imperial rusa. Todo este interés nace de la amistad de Pratt con Jean Mabire, autor del libro Ungern el barón loco, volumen que ayudó mucho a Hugo en la elaboración de la aventura en Siberia.
Con los espléndidos trenes de Guido sombreados por Pratt, sin duda los mejores trenes de toda la Historia del cómic comenzó a realizarse una de las mejores aventuras largas de Corto Maltés. Una historia que quizás sea la que más personajes reales presente. Además del barón encontramos a Koltchak, quien recuperó el oro del Zar, Sémenov, jefe de los cosacos del Baikal, Jack Tippit, personaje que toma prestada apariencia y nombre de un amigo de Hugo Pratt que fue coronel del ejercito del aire americano y que posteriormente llegó a presidente de la National Carttonist Association.
Hugo Pratt empleó ni más ni menos que tres años y medio en realizar las 99 planchas de que se compone la aventura, aunque es cierto que realizó simultáneamente otras historias del ciclo Los Escorpiones del Desierto. A partir de esos momentos la productividad del maestro desciende para empezar a tomarse el trabajo con cierta calma.
Curiosamente Corto Maltés no fue reconocido en Italia hasta después de su edición francesa en Pif. Corto Maltés en Siberia empezó a publicarse en Italia en las páginas de Linus justo en el momento en el que el personaje iba ganando fuerza dentro del país de origen de su autor. El título original de la aventura es Corte sconta detta arcana, nombre de un patio de Venecia que existía en la juventud del autor. En este álbum asistimos al retorno del amigo Rasputín, cuando se preguntó a Pratt porqué volvía a utilizar a “Raspa” contestó: «Rasputín es necesario para Corto. Corto jamás habría aplastado la cabeza del chino contra el tren como lo hizo Rasputín». Una anécdota muy curiosa es que los ladrones de Venecia enviaron vino a Pratt en nombre de Rasputín, y en cierta ocasión en la Plaza de San Marcos de Venecia un ladrón se acercó a Hugo para preguntarle si le había gustado el vino de Rasputín, un homenaje de los ladrones para un Rasputín que habla del robo como de un arte.
El mismo Rasputín acabará por robar a Corto Maltés un pequeño Gauguin de su vivienda en Hong- Kong, por cierto es la primera y última vez en la que veremos a Corto en su propio domicilio.. Todo a causa de haber perdido mucho dinero y sentimiento, si lo tiene, en el asunto del tren del oro. Al fin y al cabo puede justificarse de robar a Corto como compensación a sus pérdidas.
Hablando sobre los protagonistas Pratt nos cuenta que Corto es una persona inmoral. Es decir, Conoce donde se encuentra la moral y en numerosas ocasiones va contra ella. En cambio Rasputín es una persona amoral, es decir, ni siquiera conoce la existencia de la moral y por ende tampoco el remordimiento. En La Casa Dorada de Samarkanda una niña armenia le preguntará al marino si Rasputín es malo, Corto contesta que sí lo es pero que él no lo sabe. La relación entre ambos personajes es muy especial y el uso que hace el autor de los dos personajes absolutamente magistral, utilizando a uno o al otro de forma perfecta en la trama de la historia.

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